La escritora queretana Gabriela Aguirre Sánchez ganó el Concurso Nacional de Poesía “Enriqueta Ochoa”, convocado por el Ayuntamiento de Torreón, con el libro “El Lugar Equivocado de las Cosas”.
En su paso por Coahuila, la poeta visita Saltillo y habla sobre el cuerpo, ese territorio que ha explorado a través de la palabra y que siempre la ha obsesionado. No duda en señalar que para ella la poesía no es una alternativa, es una urgencia que sólo puede ser satisfecha por medio de la escritura.
La joven considera que en el ambiente literario se vive una guerra sin sentido, en la que el ego y la envidia, los premios y las becas, están por encima de la poesía misma y de sus lectores.
“La escritura es un ejercicio de honestidad”, afirma. Pero las batallas entre los escritores contemporáneos no le quitan el sueño, tiene la certeza de que la amistad entre creadores es posible y que el tiempo es, a fin de cuentas, el juez último que le dará el lugar que le corresponde a los nuevos poetas mexicanos.
-¿Cuáles son los temas que yacen en tu obra poética?-
“Considero que los que escribimos lo hacemos sobre nuestras obsesiones, aunque al principio no las veamos como tales, pero yo creo que sí son obsesiones. A mí me interesa hablar del cuerpo, hablar de la pérdida y también de la relación entre ambos: cómo puede vivirse la pérdida a través del cuerpo y cómo puede vivirse el cuerpo a través de la pérdida.
“También me obsesiona la soledad, el vacío y la forma en que uno va formándose a partir de los otros. No sólo nos construímos a partir de lo que nos pasa, sino también a partir de lo que nos pasa con los demás, es así como se da esta construcción del yo a partir del encuentro con otras personas”.
-¿Crees que la poesía sacude al creador en forma repentina, a través de la inspiración, o consideras que son el ejercicio y la disciplina los que dan vida a la obra literaria?-
“Creo que son ambas. Por un lado creo en la inspiración, en este impulso creativo que te aborada y te grita que tienes que escribir, sin importar lo que estés haciendo. Y por otro lado también creo en el ejercicio, que a final de cuehtas es lo que construye el oficio.
“El ejercicio combinado con la inspiración es lo que finalmente da vida a una obra literaria”.
-¿Cómo fue que decidiste ser poeta, por qué escribir poesía si hay muy pocos lectores que se acercan a ella y todavía menos editoriales interesados en publicarla?-
“Porque no me quedó otra opción. En el momento en que la poesía llega a tu vida como una urgencia real, con esto quier decir que una vez que empiezas a escribir ya no puedes deshacerte de esa especie de enfermedad, ya no te queda otra opción. La poesía llega a ti y ya no puedes decirle que no, independientemente que haya o no editoriales o haya pocos lectores”.
-¿Por qué te decidiste a participar en el certamen, consideras que los reconocimientos son necesarios?-
“Creo que sí son necesarios, aunque yo no tenía planeado entrar al concurso. Después de la escritura de el libro con el que gané el premio Elías Nandino en el 2003, sentí que eso era lo más importante que yo podía hacer en toda mi vida, sentí que ahí se había terminado y que ya no podría escribir, incluso estuve seis meses sin escribir nada, ni siquiera una ocurrencia.
“En ese momente pensé que ya no iba a poder escribir más, y por supuesto se siente horrible, da mucho miedo y sin embargo en algún momento empezaron a surgir otra vez los poemas y después de cierto tiempo, para mi sorpresa, empecé a detectar que había una especie de hermandad entre ellos, un punto en que se tocaban y que los hacían cercanos y ahí intuí que podía nacer un libro y sí, llegó el momento en que lo terminé, hace 10 meses”.
Estaba muy interesada en verlo publicado y cuando ví que apareció una convocatoria en donde además del premio económico existía la posiblidad de publicar ese trabajo, pues me animé a participar”.
-¿Cuál es el eje sobre el que gira “El Lugar Equivocado de las Cosas”?-
“Últimamente me he dado cuenta que yo voy a escribir, poco o mucho, pero siempre sobre lo mismo, sin que esto signifique que voy a repetir lo ya escrito. Este libro vuelve al cuerpo, a la pérdida. Los poemas muestran el cuerpo como una ciudad a donde los demás llegan y no sólamente en el sentido amoroso, hay unos poemas que hablan de una intervención quirúrgica que me hicieron hace un par de años y que narra cómo el cuerpo vive esa especie de transgresión de los otros hacia él”.
-¿Cuáles son tus Influencias, quién es el padre literario que echó luz sobre el camino que querías seguir en la escritura?-
“Creo que hay varios en la lista, siempre digo que Cortázar, a pesar de que es narrador y que podría pensarse ¿qué tiene que ver este escritor con alguien que plantea un trabajo poético?.
“Para mí Cortazar ha sido importante porque va más allá del género, nuestra relación es más de sensibilidad, de miradas, es descubrir que hay alguien que voltea a ver las cosas que tú quieres ver, que te descubre cosas que a ti te hubiera gustado descubrir, te habla directamente al alma.
“Por otra parte están otros autores que abordan ciertos temas que a mí me interesan, por ejemplo Alejandra Pizarnik, que escribe problemas sobre el dolor del cuerpo, sobre la pérdida de uno mismo a través del otro. Ese camino no se termina, de pronto no es un autor completo el que te marca, de repente estás leyendo algo que te dice algo fuerte e importante y quizá lo llevas a la escritura, a veces sin darte cuenta y otras veces expresamente, pero sin intentar copiar lo que él hizo, sino como una especie de conexción más emocional”.
-¿Cómo ves el ambiente entre los escritores contemporáneos en el país, del alguna manera tú lo has experimentado porque has obtenido las beca del Fonca y de la Fundación para las Letras Mexicanas?-
“Creo que existe una especie de guerra muy tonta. Es cierto que existe lo otro, es decir, tengo amigas y amigos que también escriben y con quienes puedo compartir lecturas y realizar críticas constructivas de manera mutua. Pero me parece que en el medio liteario existe esa especie de guerra que es muy tonta, porque a fin de cuentas si tú tienes algo importante que decir, si tienes una voz propia, no te estorba el otro, el otro también puede hacer su trabajo sin que eso signifique que nos quitemos el lugar”.
“También tiene que ver con esta guerra el hecho de que existan becas, premios literarios y reconocimientos, por supuesto que yo también me he visto beneficiada por ellas, pero creo que de repente la existencia de esos apoyos se malinterpreta. Los creadores están tratando de competir con el otro, olvidando que estamos hablando de poesía, de construir un puente que va de un ser humano a otro ser humano, más allá de premios literarios, de si yo ya tengo dos libros publicados y tú ya tienes cinco. Lo importante es ver qué se les está diciendo a los lectores, si en verdad se les está hablando”.
“Yo sí veo en el medio literario, de la gente contemporánea a mí, que existen quien considera que tú puedes quitarle un lugar que le corresponde, cuando en realidad me parece que es muy pronto para decir qué lugar nos corresponde, creo que eso lo dirá el tiempo, los lectores y sobretodo el trabajo. El trabajo es lo que al final de cuentas trascenderá o se perderá para siempre”.
Gabriela Aguirre Sánchez nació en Querétaro en 1977. Tiene dos libros publicados: Itinerarios dentro del colectivo La materia del silencio (Fondo Editorial de Querétaro) y La frontera: un cuerpo (Tierra Adentro), con el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino en el 2003. Ha sido becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Querétaro. Estudió la Licenciatura en Lenguas Modernas en Español en la Universidad Autónoma de Querétaro, y la Maestría en Creación Literaria en Español en la Universidad de Texas en El Paso. Actualmente es becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de Poesía.
En su paso por Coahuila, la poeta visita Saltillo y habla sobre el cuerpo, ese territorio que ha explorado a través de la palabra y que siempre la ha obsesionado. No duda en señalar que para ella la poesía no es una alternativa, es una urgencia que sólo puede ser satisfecha por medio de la escritura.
La joven considera que en el ambiente literario se vive una guerra sin sentido, en la que el ego y la envidia, los premios y las becas, están por encima de la poesía misma y de sus lectores.
“La escritura es un ejercicio de honestidad”, afirma. Pero las batallas entre los escritores contemporáneos no le quitan el sueño, tiene la certeza de que la amistad entre creadores es posible y que el tiempo es, a fin de cuentas, el juez último que le dará el lugar que le corresponde a los nuevos poetas mexicanos.
-¿Cuáles son los temas que yacen en tu obra poética?-
“Considero que los que escribimos lo hacemos sobre nuestras obsesiones, aunque al principio no las veamos como tales, pero yo creo que sí son obsesiones. A mí me interesa hablar del cuerpo, hablar de la pérdida y también de la relación entre ambos: cómo puede vivirse la pérdida a través del cuerpo y cómo puede vivirse el cuerpo a través de la pérdida.
“También me obsesiona la soledad, el vacío y la forma en que uno va formándose a partir de los otros. No sólo nos construímos a partir de lo que nos pasa, sino también a partir de lo que nos pasa con los demás, es así como se da esta construcción del yo a partir del encuentro con otras personas”.
-¿Crees que la poesía sacude al creador en forma repentina, a través de la inspiración, o consideras que son el ejercicio y la disciplina los que dan vida a la obra literaria?-
“Creo que son ambas. Por un lado creo en la inspiración, en este impulso creativo que te aborada y te grita que tienes que escribir, sin importar lo que estés haciendo. Y por otro lado también creo en el ejercicio, que a final de cuehtas es lo que construye el oficio.
“El ejercicio combinado con la inspiración es lo que finalmente da vida a una obra literaria”.
-¿Cómo fue que decidiste ser poeta, por qué escribir poesía si hay muy pocos lectores que se acercan a ella y todavía menos editoriales interesados en publicarla?-
“Porque no me quedó otra opción. En el momento en que la poesía llega a tu vida como una urgencia real, con esto quier decir que una vez que empiezas a escribir ya no puedes deshacerte de esa especie de enfermedad, ya no te queda otra opción. La poesía llega a ti y ya no puedes decirle que no, independientemente que haya o no editoriales o haya pocos lectores”.
-¿Por qué te decidiste a participar en el certamen, consideras que los reconocimientos son necesarios?-
“Creo que sí son necesarios, aunque yo no tenía planeado entrar al concurso. Después de la escritura de el libro con el que gané el premio Elías Nandino en el 2003, sentí que eso era lo más importante que yo podía hacer en toda mi vida, sentí que ahí se había terminado y que ya no podría escribir, incluso estuve seis meses sin escribir nada, ni siquiera una ocurrencia.
“En ese momente pensé que ya no iba a poder escribir más, y por supuesto se siente horrible, da mucho miedo y sin embargo en algún momento empezaron a surgir otra vez los poemas y después de cierto tiempo, para mi sorpresa, empecé a detectar que había una especie de hermandad entre ellos, un punto en que se tocaban y que los hacían cercanos y ahí intuí que podía nacer un libro y sí, llegó el momento en que lo terminé, hace 10 meses”.
Estaba muy interesada en verlo publicado y cuando ví que apareció una convocatoria en donde además del premio económico existía la posiblidad de publicar ese trabajo, pues me animé a participar”.
-¿Cuál es el eje sobre el que gira “El Lugar Equivocado de las Cosas”?-
“Últimamente me he dado cuenta que yo voy a escribir, poco o mucho, pero siempre sobre lo mismo, sin que esto signifique que voy a repetir lo ya escrito. Este libro vuelve al cuerpo, a la pérdida. Los poemas muestran el cuerpo como una ciudad a donde los demás llegan y no sólamente en el sentido amoroso, hay unos poemas que hablan de una intervención quirúrgica que me hicieron hace un par de años y que narra cómo el cuerpo vive esa especie de transgresión de los otros hacia él”.
-¿Cuáles son tus Influencias, quién es el padre literario que echó luz sobre el camino que querías seguir en la escritura?-
“Creo que hay varios en la lista, siempre digo que Cortázar, a pesar de que es narrador y que podría pensarse ¿qué tiene que ver este escritor con alguien que plantea un trabajo poético?.
“Para mí Cortazar ha sido importante porque va más allá del género, nuestra relación es más de sensibilidad, de miradas, es descubrir que hay alguien que voltea a ver las cosas que tú quieres ver, que te descubre cosas que a ti te hubiera gustado descubrir, te habla directamente al alma.
“Por otra parte están otros autores que abordan ciertos temas que a mí me interesan, por ejemplo Alejandra Pizarnik, que escribe problemas sobre el dolor del cuerpo, sobre la pérdida de uno mismo a través del otro. Ese camino no se termina, de pronto no es un autor completo el que te marca, de repente estás leyendo algo que te dice algo fuerte e importante y quizá lo llevas a la escritura, a veces sin darte cuenta y otras veces expresamente, pero sin intentar copiar lo que él hizo, sino como una especie de conexción más emocional”.
-¿Cómo ves el ambiente entre los escritores contemporáneos en el país, del alguna manera tú lo has experimentado porque has obtenido las beca del Fonca y de la Fundación para las Letras Mexicanas?-
“Creo que existe una especie de guerra muy tonta. Es cierto que existe lo otro, es decir, tengo amigas y amigos que también escriben y con quienes puedo compartir lecturas y realizar críticas constructivas de manera mutua. Pero me parece que en el medio liteario existe esa especie de guerra que es muy tonta, porque a fin de cuentas si tú tienes algo importante que decir, si tienes una voz propia, no te estorba el otro, el otro también puede hacer su trabajo sin que eso signifique que nos quitemos el lugar”.
“También tiene que ver con esta guerra el hecho de que existan becas, premios literarios y reconocimientos, por supuesto que yo también me he visto beneficiada por ellas, pero creo que de repente la existencia de esos apoyos se malinterpreta. Los creadores están tratando de competir con el otro, olvidando que estamos hablando de poesía, de construir un puente que va de un ser humano a otro ser humano, más allá de premios literarios, de si yo ya tengo dos libros publicados y tú ya tienes cinco. Lo importante es ver qué se les está diciendo a los lectores, si en verdad se les está hablando”.
“Yo sí veo en el medio literario, de la gente contemporánea a mí, que existen quien considera que tú puedes quitarle un lugar que le corresponde, cuando en realidad me parece que es muy pronto para decir qué lugar nos corresponde, creo que eso lo dirá el tiempo, los lectores y sobretodo el trabajo. El trabajo es lo que al final de cuentas trascenderá o se perderá para siempre”.
Gabriela Aguirre Sánchez nació en Querétaro en 1977. Tiene dos libros publicados: Itinerarios dentro del colectivo La materia del silencio (Fondo Editorial de Querétaro) y La frontera: un cuerpo (Tierra Adentro), con el que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino en el 2003. Ha sido becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Querétaro. Estudió la Licenciatura en Lenguas Modernas en Español en la Universidad Autónoma de Querétaro, y la Maestría en Creación Literaria en Español en la Universidad de Texas en El Paso. Actualmente es becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de Poesía.
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