Leemos para evadirnos, para pasar buenos momentos, pero además para descubrir qué nos quiere decir el autor del texto y fundamentalmente para aprender. Sin embargo no es la única manera de leer. Pensar y analizar a partir de una lectura es una de las técnicas científicas que se utiliza para formar desechar o estar de acuerdo con las ideas que emanan del texto. Es decir leer no para evadirnos sino para discutirnos investigar y finalmente analizar cuidadosamente lo que hemos leído. La lectura analítica requiere no sólo de tiempo sino de reflexión, No es cuestión de pasar los párrafos uno a uno sin detenerse a pensar que detrás de ellos hubo alguien que pensó de una determinada manera y nos lo transmitió.
Si leemos el comienzo de un párrafo, autobiográfico la siguiente oración, por ejm:
“Yo estoy seguro que en algún momento se acabará el mundo”...con seguridad, estaremos ante un autor endiosado y presuntuoso cuya afirmación se asemeja a los antiguos decretos de la monarquía o de algún dictador “Yo el rey”...”Yo, el comandante”...
En la práctica y por desgracia, no son muchas las personas que se detienen a analizar un párrafo, una frase y a criticarlo en el buen sentido de la palabra. A masticarlo y darlo vuelta hasta entender qué es lo que nos han querido decir. Aunque no hay una sola interpretación textual, si que por lo menos, debe haber una aproximación al pensamiento del escritor:
“Donde quiera que uno dirigiese la mirada, reinaba el desenfreno. La gente leía libros, incluso las mujeres”.....(El perfume de Patrick Suskind)
¿Leer es realmente un desenfreno? ¿Las mujeres no somos gente también?
Estamos ante un escritor inteligente que con un irónico sentido del humor, describe la vida en una Francia del siglo XVIII..La lectura de este libro requiere de un análisis profundo, pues ¿realmente era así la vida en aquella época? Dejo al lector que saque sus propias conclusiones
La lectura analítica nos impulsa al pensamiento crítico. Formar a través del mismo nuestras propias opiniones. Un escritor que usa la ironía, para narrar un texto es ante todo un trabajador nato que hace de su oficio un culto. La ironía es una de las técnicas literarias más difícil de lograr.
El razonamiento es un aprendizaje y como tal hay que ejercitarlo. Si se lee un libro que no nos gusta al menos discernir por qué lo rechazamos. Muchas veces nos encasillamos hasta tener prejuicios con respecto a un autor, por el simple hecho de no conocer sus puntos de vista, o quizás pertenecer a una cultura diferente en la que hemos nacido. La riqueza de un lector estriba en la amplitud mental que se permita tener con respecto a autores de todas las latitudes.
Vislumbrar una obra significa leerla como si se la volviera a escribir entrar en juego con ella, rehaciendo personalmente sus experiencias clave y comprender así todos sus pormenores, hasta el vocablo más aparentemente baladí, siempre teniendo en cuenta de no engañarnos a nosotros mismos por nuestras actitudes jactanciosas. Cuando analizamos un texto no necesariamente debemos estar de acuerdo con el escritor. Podemos -y de eso se trata- debatir en nuestro interior una idea. Si no somos personas empaticas, tampoco seremos lectores intuitivos. Hay que ver el contexto la situación el conflicto-si lo hay- y luego sin pedanterías ponerse o no de acuerdo. Cuando un escritor no nos gusta deberíamos también ser sinceros y decirnos cuál es la razón. ¿Es quizás su forma de presentar la información? ¿Se vuelve confuso? ¿El tema no está bien especificado?. No olvidemos que no hay una sola verdad, siempre habrá dos caras de una misma moneda y es lo que nosotros como lectores debemos descubrir o simplemente estar de acuerdo.
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